En la actualidad disponemos de un amplísimo rango de proteínas fluorescentes y sus variantes, que abarcan casi todo el espectro de luz visible. Estas proteínas son ahora herramientas indispensables en la investigación básica y su utilización está en la base de la caracterización de genes y proteínas, en el estudio y explicación de diversas funciones y procesos celulares e incluso en la investigación de patologías como el cáncer.
Estos usos tan extendidos tienen como protagonistas a las proteínas fluorescentes clásicas. Sin embargo, están emergiendo variedades que permiten utilidades radicalmente diferentes y que expanden la utilidad de estas proteínas. Por ejemplo, se están desarrollando formas que requieren para su fluorescencia de cofactores externos y que permiten aumentar el rango del espectro disponible hacia el infrarrojo. Otra clase de marcadores de reciente caracterización utiliza secuencias específicas de reconocimiento para reclutar fluoróforos orgánicos como la fluoresceína, abriendo las puertas a sistemas fluorescentes híbridos.
El potencial de las proteínas fluorescentes como biosensores comienza a apreciarse ahora. El número de biosensores basados en estas proteínas está creciendo rápidamente y ya ha sido posible desarrollar sondas con sensibilidad mejorada. El éxito de estos esfuerzos sugiere que en el futuro, casi cualquier parámetro biológico podrá ser medible con un biosensor basado en
proteínas fluorescentes.
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